sábado, 30 de octubre de 2010

Máscaras psicológicas



Oscar Wilde, en su obra “El Retrato de Dorian Gray”, cuenta la historia de un hombre joven que empieza a llevar una vida de vicios y otras actividades negativas. Pero su cuerpo no parece sufrir de los usuales malos efectos de sus acciones, incluso se mantiene joven con el paso de muchos años… ¿tenía algún secreto?
Sí que lo tenía: muy escondido él guardaba un retrato, éste retrato sufría tanto el paso del tiempo y por decirlo así absorbía los efectos de su vida licenciosa. Por supuesto, la apariencia de aquel retrato era cada vez más horripilante, al punto que el mismo Dorian Gray prefería no verlo, pero de vez en cuando la curiosidad lo vencía y decidía ver cómo iban las cosas con su retrato.

Aunque ficticio, el relato ilustra muy bien que las personas también tienen cualidades desagradables dentro de sí que prefieren que nadie se de cuenta dé ellas. Incluso deciden ignorarlas y pensar que no tienen ningún problema.

Resulta gracioso que algunas personas al hacerse el test propuesto para determinar su temperamento, terminan teniendo un resultado distinto a lo que uno esperaría: una persona colérica insiste en que es flemática, un sanguíneo en que es melancólico, etc. Cuando vemos su test, efectivamente han marcado cualidades correspondientes cuyos resultados señalan hacia otra dirección distinta a lo que uno esperaría, siendo el caso que la mayoría de veces es obvia la tendencia temperamental de alguien ¿Cuál es el problema?

A) AUTOENGAÑO:
Bueno, la razón de las contradicciones es sencilla: no es fácil autoexaminarse. Bien se ha dicho que es más fácil criticar y juzgar a otros que a uno mismo. Jesús mismo dijo en una ocasión: Entonces, ¿por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano, pero no tomas en cuenta la viga que hay en tu propio ojo? (Mateo 7:3). Incluso, aún siendo sincero, todavía es necesario pedir la opinión de otros, cómo nos ven, ya que no es lo mismo cómo me juzgo yo a mí mismo que como realmente soy percibido por otros.

Por ejemplo, para una persona de temperamento “colérico” no es fácil marcar la casilla del test que dice “manipulador” y ponerse una puntuación alta ahí. Es difícil que un colérico admita que es manipulador (esto es, alguien que puede manejar a las personas hábilmente incluso sin que ellas se den cuenta, para que hagan algo a favor del colérico, según el diccionario de la RAE “manipulación” significa: Intervenir con medios hábiles y, a veces, ARTEROS, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y AL SERVICIO DE INTERESES PARTICULARES) ¿Cómo va a reconocer el colérico ANTE OTRAS personas que padece de esa debilidad? ¿y no cabe la posibilidad que lo reconozca él solo? Es posible que también sea difícil, pues justificará su proceder como intrascendente y normal.

B) ADOPTAR UNA MÁSCARA:
“Cuando dos colérico se casan, hacen una de dos cosas: uno se pone una máscara flemática y actúa un papel de sumisión o eligen pelear” (Florence Littauer, en su libro El árbol de tu personalidad)

Algunos cónyuges pueden decir que antes eran de algún temperamento, pero al casarse se volvieron “flemáticos”, para evitarse problemas ante constantes dificultades en su vida de pareja.
Pero en realidad no son flemáticos, como dice Littauer: hay una fina línea divisoria entre la máscara flemática de PAZ y la de la APATÍA, en la cual la persona renuncia a vivir y deja de interesarse. Llevada al extremo, esta persona puede ponerse catatónica, incapaz en absoluto de expresarse.
Una persona flemática es de naturaleza tranquila y condescendiente. Mientras que la persona que ha adoptado una actitud de apatía realmente no está tan tranquila dentro de ella.

C) La diferencia entre lo que DEBERÍA SER Y LO QUE ES:
Otros, al contestar un test de autoexamen, tienden a poner puntajes altos en cualidades que ellos DESEARÍAN tener, pero NO las tienen, puesto que razonan inconcientemente: “estoy trabajando en esto, mejoraré en esto”. Pero hay diferencia entre lo que uno desearía ser y lo que realmente es.

D) NO SON INSTROPECTIVOS:
Littauer cuenta que en grupos de parejas ha tratado de hacer un juego dividiendo el grupo según su temperamento. En una pareja donde hay un colérico y un flemático, el colérico se da cuenta pronto a qué grupo pertenece, pero el flemático sigue perplejo viendo a todos lados y no sabiendo a cuál de los cuatro grupos/temperamentos ir. Su pareja le dice con cariño:
– You are a phlegmatic, silly! (¡Tu eres un flemático, tontito!)
La introspección es la habilidad de ver y “leer” dentro de nosotros, autoexaminarse. Y esta cualidad es más marcada en los melancólicos con mucha diferencia sobre los otros tres temperamentos. Así que no es extraño que a los demás les cueste autoexaminarse.

E) UNA CRIANZA CONFLICTIVA: Cuando en el test sacamos la conclusión de que tenemos un temperamento primario y secundario, pero al examinar los resultados el temperamento principal lo es porque marcamos más sus cualidades positivas, pero el secundario lo es porque sobresale por sus cualidades negativas: ¡cuidado!.
O en la combinación de temperamentos opuestos, no todos esos casos a veces, son realmente los correctos. Es posible que haya tenido una crianza conflictiva donde fue forzado a interpretar un papel temperamental que no es el natural suyo.
Littauer pone muchos casos así. Por ejemplo, de un padre que le decía a su hija: “Tu madre está deprimida, vete a tratar de divertirla”. Pero la niña, aunque de temperamento melancólico, se sentía forzada a ponerse una máscara de diversión para alegrar a otros, aunque en el fondo no se sentía alegre sino todo lo contrario.

Todas estas razones aquí alistadas hacen que para algunos, el contestar un test de autoexamen termine con resultados distorsionados.

GiRoS eXiStE uN ciElO Y Un EstAdOO de CoMA, nO tOdO eL muNdO tiEnE pRimAvErAs

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